Los bien pensantes, los políticamente correctos, consideran vandálico y hasta delictivo la protesta social de los de abajo y pintar paredes. En cambio callan de manera cómplice sobre las miles de mujeres que abortan clandestinamente, sobre las cientos de mujeres pobres que mueren y las otras tantas que quedan mutiladas o enfermas.
Gustavo Lambruschini
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